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La revolución de las "no madres"

Un 43% de las mujeres en Estados Unidos no tiene hijos y buena parte de ellas no los han tenido, simplemente, porque no quisieron. De esto trata el libro de Madelyn Cain, donde presenta los testimonios de más de 100 mujeres que se la jugaron por esta opción.

La autora norteamericana Madelyn Cain durante mucho tiempo tuvo un sueño en la cabeza: quería ser madre a toda costa. Pero antes de verlo hecho realidad tuvo que pasar durante años por un sinfín de tratamientos médicos y terapias de fertilización asistida. Recién cuando le faltaban meses para llegar a las cuatro décadas pudo ver nacer a su única hija, la cual actualmente es una adolescente de 16 años. El haber pasado por esa dura experiencia la hizo conocer muy de cerca los prejuicios y los estereotipos que maneja la sociedad estadounidense frente a las mujeres que no tienen hijos, tanto aquellas que lo han decidido voluntariamente como las que no han podido hacerlo.

Fue esta realidad la que Madelyn Cain plasmó en su libro The Childless Revolution What it means to be childless today (algo así como "La revolución de los sin hijos" o "Lo que significa no tener hijos en la actualidad", editorial Perseus Books, 208 págs.). Lanzado a fines del año pasado, y reeditado con éxito en abril, el texto ha llamado la atención de los medios y ha recibido elogiosas críticas. Así, revistas especializadas, como Utne Reader, han alabado el acercamiento de Caine a lo que parece ser una creciente tendencia demográfica en Estados Unidos.

Las cifras son elocuentes y ellas muestran que cada vez son más las mujeres que, por diversas razones, han decidido o no han podido traer niños al mundo.

Las estadísticas oficiales enseñan que si a principios de la década de los 60, un 43,5% de los matrimonios no tenía hijos; en 1996, en cambio, ese porcentaje subió a un 53%. Otro número recopilado por Cain muestra que en 1998 el 42,2% de las mujeres adultas no tenían descendencia. En ese grupo, Cain llama la atención de que un 19% de las que se ubican al final de la edad reproductiva -es decir, entre los 40 y los 44 años- se encontraba en esa situación. Esto es casi el doble de lo que se podía observar hace dos décadas. Para la autora, la conclusión es que "dentro de poco, las mujeres sin hijos serán la regla y no la excepción".

Sin embargo, hay quienes advierten que los números del último censo realizado en Estados Unidos podrían mostrar exactamente lo contrario. Esto porque actualmente las norteamericanas tienen más hijos que en cualquier momento de las tres últimas décadas. Sin embargo, existen especialistas que advierten que este reciente aumento en las tasas de natalidad se explicaría porque las parejas con hijos, gracias a la prosperidad de los 90, decidieron aumentar su prole.

Más allá de ciertas exageraciones a las que llega Cain, lo cierto es que el atractivo de The childless Revolution redunda en los 125 testimonios de mujeres que le sirvieron para elaborar el texto. Preocupada especialmente por el trato que la sociedad estadounidense ha dado a las mujeres que voluntariamente han decidido no tener descendencia, buena parte de las entrevistas se centran en ese grupo. Ello no es extraño, puesto que el número de no madres voluntarias prácticamente se ha doblado en los últimos 30 años: si en los 70 éstas representaban un 12,4% del total de mujeres sin hijos, en los 90, la cifra aumentó a un 25%.

Para Cain, un cambio en las actitudes de los estadounidenses hacia estas mujeres es necesario y serviría para mejorar la situación de los niños. "Si las personas que no quieren tener hijos fueran tratadas con respeto, el mundo tendría menos niños maltratados y olvidados por sus padres", asegura. Una opción de vida de esta naturaleza, escribe la autora, frecuentemente es motivo de “vergüenza o depresión”. Familiares, amigos y compañeros de trabajo son los que se encargan de hacer sentir esos prejuicios a las no madres. Para estas mujeres "es frustrante que los otros no sean capaces de creerles la sinceridad de su deseo de no tener hijos (...) las personas encuentran que hay algo esencialmente equivocado con ellas y que, por lo tanto, es necesario ‘reconquistarlas para la maternidad’".

A partir de los testimonios, Cain observa tres tipos de mujeres: aquellas que son positivamente childfree (libres de hijos), las que han adoptado esa decisión por motivos religiosos, y aquellas que no desean traer niños al mundo por razones medioambientalistas.

Las primeras rara vez expresan dudas sobre su decisión. Muchas de ellas si bien aman a los niños, tienden a evitarlos, y también hay las que derechamente los odian. Las que han optado por no tener hijos por motivos religiosos, explica Cain, lo han hecho por seguir "un camino espiritual que requiere que se mantengan fuera de la maternidad". Las mujeres que se han guiado por razones medioambientalistas, observa la autora, han adoptado "una decisión consciente y política, comprometida con el bien del planeta".

Wendy es una de las mujeres que Cain califica como "positivamente childfree" quien desde joven decidió no tener hijos. "Probablemente ya lo había decidido en la secundaria. No fue una gran cosa, simplemente no era una experiencia que quería tener y aún es así", se lee en el libro. "Al enterarse, mi familia pensó que estaba bromeando. Al principio no me creían y pensaban que llegaría el momento en que cambiara de opinión. Pero no lo hice", concluye.

Otra es Judy, quien decidió convertirse en monja cuando estaba en el colegio. Al graduarse, hizo su noviciado y permaneció en un convento por treinta años. "Nunca pensé en el tema de los hijos. Hice un compromiso para servir a Dios". Jamás se cuestionó la decisión que tomó de joven.

Deborah es una de las tantas mujeres entrevistadas que decidieron no traer niños al mundo por su compromiso político con el medioambiente. "No es bueno para este mundo. El sobrepoblamiento es uno de nuestros mayores problemas (...) los que hemos decidido no tener hijos le estamos realizando un servicio al planeta".

Cualquiera sean los motivos de su decisión, todas las mujeres entrevistadas por Cain han sufrido en más de algún momento la incomprensión de quienes las rodean. "Somos consideradas egoístas, neuróticas, inmaduras o simplemente anormales(...) ¿Por qué no se le preguntas a los padres y a las madres por qué ellos tienen hijos? Abdicar a la maternidad no es ninguna aberración, ignorar y tratar mal a un hijo eso sí que lo es".

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