La joven y la virginidad
Hace 6 añosWebMaster
El cómo, cuándo y dónde iniciarse en el sexo: "Es una cuestión de elección personal."
Para quienes decidan ponerlo en práctica, es importante conocer que las incertidumbres y los miedos son lógicos en la primera vez. Lo ideal es tener confianza en la pareja y encontrarse en un buen clima (un lugar íntimo y tranquilo). Como el sexo es más amplio que la penetración en sí, hay muchas formas de dar y obtener placer. Para la mujer será muy importante si la iniciación se da en un contexto de amor y ternura o al menos un trato delicado y respetuoso.
Se pueden practicar algunas variantes del sexo hasta sentirse más segura y relajada. Es importante comenzar con juegos previos a la penetración.
Las caricias, la estimulación manual, los besos son fundamentales para lograr la excitación, permitiendo tener una adecuada lubricación para de esa forma lograr la penetración, la cual no tiene por que ser dolorosa. De todas formas muchas veces sucede que hay "varias primeras veces", hasta alcanzar la penetración completa, ante todo hay que tener paciencia y no descuidar que los juegos previos son tan importantes como la penetración en si.
El himen es una delgada membrana que se encuentra a pocos milímetros de la entrada de la vagina.
Hay mujeres que congénitamente carecen de himen; hay otras que lo tienen pero no esta perforado y hay mujeres que tienen un himen de gran elasticidad por lo tanto, prácticamente no hay sangrado ni se observa dolor alguno y puede no romperse hasta después de numerosas relaciones.
A la mujer que no ha sido penetrada sexualmente se la considera virgen y esto supone la integridad del himen. Es común la idea de que en la "primera vez", la penetración sea dificultosa, haga sangrar y cause dolor a la mujer.
El himen puede sangrar cuando se desgarra, lo que ocurre durante la penetración en los primeros contactos sexuales o por lesión accidental.
Desde algunas religiones la virginidad es considerada un tesoro y el himen su llave. En este sentido, la desfloración (otro modo de designar a la primera relación sexual de la mujer) es vivida como pérdida y según las convicciones de quien la experimente, puede vivirse con placer o por lo contrario con angustia, culpa o una intensificación de las naturales molestias físicas. La primera vez, muchas veces puede producir cierta ansiedad, sobre todo a medida que uno va creciendo en edad y aún no ha pasado por la experiencia.
El paso del tiempo genera a veces una sensación de vergüenza y de haber "perdido el tren", fantasía que inhibe la posibilidad de un posible contacto sexual satisfactorio. Es importante diferenciar inhibiciones sexuales de tipo neurótico de aquellas que se desprenden de concepciones religiosas. Desde algunas perspectivas religiosas, para muchas mujeres, el acercamiento sexual que no apunte específicamente a la reproducción es considerado algo impropio y pecaminoso. Por idénticas razones muchas mujeres no conocen su cuerpo, ni están dispuestas a hacerlo. Bajo estos condicionamientos no es difícil que la mujer considere al erotismo como algo vergonzante.
Las posibilidades de experimentar placer en mujeres comprometidas con sentimientos o convicciones religiosas estarán condicionadas a lo que su conciencia, le permita. La neurosis perturba generalmente la actividad sexual pero por otros mecanismos, en cuya base hay profundos temores o fantasías temidas y reprimidas ligadas a la sexualidad.
Y recuerda: "El cómo, cuándo y dónde iniciarse en el sexo, es una cuestión de elección personal".
Para quienes decidan ponerlo en práctica, es importante conocer que las incertidumbres y los miedos son lógicos en la primera vez. Lo ideal es tener confianza en la pareja y encontrarse en un buen clima (un lugar íntimo y tranquilo). Como el sexo es más amplio que la penetración en sí, hay muchas formas de dar y obtener placer. Para la mujer será muy importante si la iniciación se da en un contexto de amor y ternura o al menos un trato delicado y respetuoso.
Se pueden practicar algunas variantes del sexo hasta sentirse más segura y relajada. Es importante comenzar con juegos previos a la penetración.
Las caricias, la estimulación manual, los besos son fundamentales para lograr la excitación, permitiendo tener una adecuada lubricación para de esa forma lograr la penetración, la cual no tiene por que ser dolorosa. De todas formas muchas veces sucede que hay "varias primeras veces", hasta alcanzar la penetración completa, ante todo hay que tener paciencia y no descuidar que los juegos previos son tan importantes como la penetración en si.
El himen es una delgada membrana que se encuentra a pocos milímetros de la entrada de la vagina.
Hay mujeres que congénitamente carecen de himen; hay otras que lo tienen pero no esta perforado y hay mujeres que tienen un himen de gran elasticidad por lo tanto, prácticamente no hay sangrado ni se observa dolor alguno y puede no romperse hasta después de numerosas relaciones.
A la mujer que no ha sido penetrada sexualmente se la considera virgen y esto supone la integridad del himen. Es común la idea de que en la "primera vez", la penetración sea dificultosa, haga sangrar y cause dolor a la mujer.
El himen puede sangrar cuando se desgarra, lo que ocurre durante la penetración en los primeros contactos sexuales o por lesión accidental.
Desde algunas religiones la virginidad es considerada un tesoro y el himen su llave. En este sentido, la desfloración (otro modo de designar a la primera relación sexual de la mujer) es vivida como pérdida y según las convicciones de quien la experimente, puede vivirse con placer o por lo contrario con angustia, culpa o una intensificación de las naturales molestias físicas. La primera vez, muchas veces puede producir cierta ansiedad, sobre todo a medida que uno va creciendo en edad y aún no ha pasado por la experiencia.
El paso del tiempo genera a veces una sensación de vergüenza y de haber "perdido el tren", fantasía que inhibe la posibilidad de un posible contacto sexual satisfactorio. Es importante diferenciar inhibiciones sexuales de tipo neurótico de aquellas que se desprenden de concepciones religiosas. Desde algunas perspectivas religiosas, para muchas mujeres, el acercamiento sexual que no apunte específicamente a la reproducción es considerado algo impropio y pecaminoso. Por idénticas razones muchas mujeres no conocen su cuerpo, ni están dispuestas a hacerlo. Bajo estos condicionamientos no es difícil que la mujer considere al erotismo como algo vergonzante.
Las posibilidades de experimentar placer en mujeres comprometidas con sentimientos o convicciones religiosas estarán condicionadas a lo que su conciencia, le permita. La neurosis perturba generalmente la actividad sexual pero por otros mecanismos, en cuya base hay profundos temores o fantasías temidas y reprimidas ligadas a la sexualidad.
Y recuerda: "El cómo, cuándo y dónde iniciarse en el sexo, es una cuestión de elección personal".